viernes, 26 de julio de 2013

La playa llora y llora.

Y de repente, un buen día, te das cuenta que las cosas son al revés de como siempre las habías visto, que no siempre se puede ganar, y no siempre se puede ser la buena. Un día de repente analizas esa canción que tanta razón creíste que te dio y te das cuenta que ahora te la quita toda. Y a partir de ahí te replanteas muchas cosas, todos los finales y los comienzos, pero entonces caes en aquello de ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos. Y puede que ahora me atreva a decir que te quise, aunque quiera esconderlo con excusas y con salidas de situaciones, que lo hiciste bien, la cagué yo, pero de todo se aprende, puede que ahora me atreva incluso a decir que te quiero, que disfruté de verdad, que nos parecemos en todo y en nada, puede que sea la gracia, pero es que yo soy de las que empieza ganando y termina perdiendo.


Aunque siga suspirando por algo que no era cierto me lo dicen en los bares, es algo que llevas dentro, que no dejas que te quieran, sólo quieres que te abracen y publicas que no tuve ni valor para quedarme, yo rompí todas tus fotos, tú no dejas de llamarme.                                                                      Así pero al revés. 

lunes, 8 de julio de 2013

Nos merecemos un buen recuerdo.

Hoy quiero brindar por los reencuentros fortuitos, por las casualidades ocultas, por los enamoramientos de medio minuto.
También quiero brindar por las otras casualidades, esas que parecen calculadas al milímetro, por los reencuentros pasionales y merecidos y, como no, por los amores que nos enloquecen día y noche durante más tiempo del que nos gustaría reconocer.

Otro motivo por el que brindar sería el paso del tiempo, a veces tan afortunado y otras tan desgraciado, por los dos puntos de vista de olvidar a una persona, y como otras tantas veces se agradece el no haberla olvidado, como después de tres años las cosas surgen como deberían haber surgido en el primer encuentro, o como tras siete años sucederán... Como nos llenamos de supuestos e ilusiones que alimentamos día a día.

Alzaría una última copa por el cariño, ese siempre existirá y sobrevivirá a mis (des)enamoramientos de cada verano, a cada vez que (no) intento olvidarte; sobrevive a mi, a ti, a nosotros, nos vence y nos une y hace más fuertes, más capaces de no morir en el intento de luchar contra nosotros mismos.


Habrá un día en el que no podamos más, y entonces lo podremos todo.