lunes, 16 de julio de 2012

Vete donde tus pies y los vientos te lleven.


Y si un buen día decidimos coger un tren, un tren con un destino cualquiera, o hacemos eso que sale en las películas de coger el globo terráqueo, girarle, y con los ojos cerrado elegir un destino, o mejor aún, coger un barco a una playa desierta.
Y si un buen día decidimos romper la rutina. Decidimos acabar con todo. Aunque sea sólo por un tiempo. Quizás encontremos eso que andamos buscando por la ciudad como locos, o quizás suframos un encuentro casual gracias al capricho del destino que supere con creces cada plan soñado. Seríamos plenamente felices. Puede que al principio eches de menos toda la comodidad que te transmite la rutina, pero, ten por seguro que el último día lloraras, lloraras por tener que volver a ella, por lo fantásticos que fueron esos días tu sola alejada de todo.
Yo hoy brindaría por la morriña, sí, suena extraño, pero la morriña es el mejor de los recuerdos, ya que es la nostalgia de algo que no vas a tener temporalmente, y si sientes nostalgia es porque fue muy bueno, y siempre quedará en tu memoria, imborrable. Como el primer amor. 

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