Y si un buen día decidimos
coger un tren, un tren con un destino cualquiera, o hacemos eso que sale en las
películas de coger el globo terráqueo, girarle, y con los ojos cerrado elegir
un destino, o mejor aún, coger un barco a una playa desierta.
Y si un buen día decidimos
romper la rutina. Decidimos acabar con todo. Aunque sea sólo por un tiempo.
Quizás encontremos eso que andamos buscando por la ciudad como locos, o quizás
suframos un encuentro casual gracias al capricho del destino que supere con
creces cada plan soñado. Seríamos plenamente felices. Puede que al principio
eches de menos toda la comodidad que te transmite la rutina, pero, ten por
seguro que el último día lloraras, lloraras por tener que volver a ella, por lo
fantásticos que fueron esos días tu sola alejada de todo.
Yo hoy brindaría por la
morriña, sí, suena extraño, pero la morriña es el mejor de los recuerdos, ya
que es la nostalgia de algo que no vas a tener temporalmente, y si sientes
nostalgia es porque fue muy bueno, y siempre quedará en tu memoria, imborrable.
Como el primer amor.
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