Por la ventana entra un último rayo de sol. Anuncia el final de un época, pero cada final implica un nuevo comienzo.
Vuelven esos días de cuenta atrás para el viernes. El aparecer medio dormida a las ocho y media de la mañana en clase.
Las tardes eternas entre particulares y bibliotecas.
Regresan los planes, y el soñar con el tiempo libre. Las tardes en el ambigú, y los kinitos del norte.
La ropa nueva para empezar más animados, las celebraciones.
Las sorpresas, sí, sobre todo las sorpresas, las visitas inesperadas y los días perfectos sin planificar.
Vuelve el frío, y con él el edredón de plumas, los pitillos ajustados y ese abrigo tan calentito.
Llega el deseado concierto de Leiva, y algún que otro acontecimiento.
Esta es la época de ponerle una sonrisa a los problemas y de intentar disfrutar de todo. Es el final.
Estamos en ese curso que jamás creímos que llegaría. Y antes de que nos demos cuenta llegaran las despedidas.
Es el momento de soñar con imposibles, de caer y levantarnos, de equivocarnos y de hacer locuras.
Poner banda sonora a nuestra historia, hacer mil fotos y llorar dentro de nueve meses al recordar la efímera felicidad.
Es el tiempo de nuestras vidas, nos toca ser protagonistas.
Propongo ser felices, disfrutarlo, y hacer que valga la pena.

Esta genial eso de darse cuenta antes de que esos nueve meses pasen y llegue el momento de llorar! que bonito texto =), pasate cuando quieras por mi blog.
ResponderEliminarMe encanta este texto, es precioso :D
ResponderEliminarAdemás me llega bastante porque me siento muy identificada con lo que dice.
PD: Al final, me falto poco para llorar jejeje