Abrazamos lo desconocido, buscando el calor que no nos supo dar lo conocido.
Tenemos lo que queremos tan cerca y tan lejos. Es tan fácil y tan difícil.
Vemos constantemente cosas dónde no las hay, y no las vemos dónde de verdad están.
Acaparamos la atención sólo con una sonrisa, creemos que nunca daremos un paso un falso, que somos más listos que eso, y calculamos cada movimiento. Y cuanto más lo calculamos, mayor es el fallo.
Luego está él, que te rompe los esquemas, y te los pega en pedacitos. Que es tan perfecto como siempre imaginaste y tienes tanto miedo como nunca quisiste tener.
Ya no llegas a calcular, ya no quieres correr, o quizás estés corriendo más que nunca.
Llega un momento en el que te das cuenta que estas sintiendo de más, pero aún así eres feliz. Al menos por ahora.
Y después despiertas del sueño.
La realidad te golpea con fuerza, pero tus piernas siguen temblando.
A ver que pasa con tú y yo, a ver que pasa con los dos, a ver que pasa con todo, me digo.
Ojalá nos durara todo más de medio suspiro.
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