Levantar la persiana ver el sol, querer repetir días.
No tener nada claro y decidir todo en el último instante, ser impredecible.
Olvidar aquello de la media naranja y empezar a creer en las miradas y en las casualidades.
Dosificar los besos, valorarlos más.
Dejar de buscarle el sentido a las cosas, ya vendrá solo, si tiene que venir.
El futuro está en el aire.
Palpar la felicidad y no pensar en los malos rollos.
Una broma del destino.
Sentirte arropado lleno de compañía.
Encontrar tú sitio, perderle, recuperarle y encontrarse a uno mismo.
Dar y recibir amor y cariño.
Ser tan especial como realmente eres.
En definitiva, dejarse llevar.

